Hay que hacer caso omiso a la zona donde se encuentra este restaurante, y aún más a la fila que debe hacerse sino se tiene reservación, es una espera con grandes recompensas. Este rincón Mediterráneo es quizás de lo mejor que puede ofrecer Bogotá en términos de comida. Lo mejor que puede dejar un restaurante además de la cálidad de la comida y el buen servicio, es la ganas de volver una y otra vez, para probar diferentes platos. El sommeliere también es destacado y la cava de vinos ofrece referencias que no se encuentran fácilmente. Recomendado: el pulpo a la parrilla con puré rústico de papa criolla y chorizo español, las berenjenas parmesanas, el salmón (bien sea al limón o a las finas hierbas), la milanesa de pollo a la parmsana acompañada de un buen spaghetti a la napolitana o alfredo, de postre la panacota o el ganache de chocolate (delicioso cacao amargo con cristales de sal) y un buen espresso. Quedan muchas tareas para la próxima, por ejemplo el chuletón de res, o las chuletas de ternera...sin duda alguna continuará...
