La entrada al restaurante es por el Lobby principal del Hotel Marriott. Coquetona. Después de esperar una hora (a pesar de haber llamado el día anterior para reservar, lo cual no fue posible porque no toman reservas) nos dirigieron a una mesa en "la terraza" en donde nos recibieron unas mesas sin mantel, con sillas duras y de tercera categoría. Los cubiertos reposaron en dicha mesa. Yo traté de ajustarme un poco a la higiene y los coloqué sobre un platito. La carne asada que me sirvieron un USDA estuvo perfectamente tratada y deliciosa. Sin embargo me dieron inicialmente un cuchillo no de carne. Cuando pedí uno de carne me trajeron otro que parecía de madera. Sin nada de filo y con el cual tenía que "serruchar" sin serrucho la pobre carne que ante mi yacía. Nunca más se apareció el Maitre a pesar de nosotros llamarlo en varias ocasiones. Actitud que deja mucho que desear. Me preocupa que restaurantes de un lugar de esta categoría con un buen Chef, mantenga en su periferia que es donde están los comensales un equipo tan deficiente. Tuve que dejar parte de la comida por no contar con los cubiertos ni la ayuda necesaria para resolver un problema trivial. Lo mejor de la noche fue el par de botellas de un Carmenere chileno que colaboraron a pasar el mal momento.
