Es un restaurante con buen concepto y ambiente. La comida es rica sin ser espectacular. Sin duda la variedad de platos es un punto a favor, pues además se nota que hay chefs muy estudiados en la cocina. Probamos en esta ocasión varios platos de los cuales se destacó el pulpo a la brasa y el filete de pescado con papa criolla. En cuanto a la pasta, no es de sabores fuertes aunque todos los platos debidamente servidos y adornados. La música es idónea pero el volumen incorrecto pues en ocasiones ni se oye. A mi particularmente me gustó el jugo de sandía aunque tuvo amigos y enemigos. Los postres todos muy buenos. Interesante la Panna Cotta y servida creativamente. En realidad vale la pena conocer el lugar y creo que hay que venir a diferentes horas y planes pues creo que el primer piso es perfecto para drinks y primeros platos. Por último, el arte del lugar muy chévere y en el sitio adecuado de Bogotá para el estilo.
