Agave Azul

Una experiencia gastronómica única, totalmente recomendable para todo los amantes de la buena comida. La comida y el servicio se llevan el protagonismo de la velada. Puede ser un poco desalentador el hecho de que una vez se empieza a llenar el restaurante, la acústica del salón hace que se aumente el volumen del las conversaciones.

El funcionamiento del restaurante es bastante distinto... sin carta, con opciones de platos para compartir que a pesar de ser típicos mexicanos, no se sienten para nada pesados. Es mejor no ir en carro porque solo hay una opción de parqueadero cerca y es muy pequeño. Antes de ir, busquen bien en el mapa, porque no tiene aviso!

La comida es deliciosa, especialmente el guacamole y los tacos de langostinos. Son platos especiales, que no venden en cualquier sitio mexicano. Los precios son algo altos, pero vale la pena comer allá.

La comida es muy sabrosa. Muy fresca y bellamente presentada. La chef prepara lo que quiere de acuerdo a los ingredientes que encontró en el día. No hay una carta, o un menú establecido. En mi opinión, aunque es diferente e interesante la experiencia de comer lo que el cocinero, o cocinera en este caso va preparando, es limitante y hasta forzado comer determinados platos y en determinado orden. Literalmente es sentarse en la cocina, los comensales están al lado de la estufa y el personal; Se ve todo el proceso de cocción y puesta en el plato; Se ven y escuchan las discusiones del personal: chef, sous chef, meseras... algo que puede resultar demasiado realista e incómodo para disfrutar la comida y comer con tranquilidad.

Que delicia todo, todos los platos excelentes, muy sabrosos, la música un poco extraña, de resto la atencion muy buena.