El risotto ai funghi que me sirvieron no estaba bueno. El arroz no era arroz de risotto, y venía con solo una gran cantidad de champiñones. En un restaurante que dice ser italiano deben saber perfectamente cuales son las setas y el arroz apropiados. Así que mi experiencia desde el punto de vista de la comida fue decepcionante. El servicio no es el mejor, los meseros son rudos, talvez necesitan más entrenamiento. La planta física es bonita y agradable. En resumen, no volvería a este restaurante.

Hemos disfrutado de comida de buena calidad en este sitio. El menú es pequeño, con lo cual consiguen concentrarse y preparar bien los platos que venden. El ambiente no es acogedor, la mayor parte del local está cubierto por unas marquesinas que dejan entrar corrientes de aire y el ruido y la contaminación de la calle, lo cual no es bueno en una ciudad como Bogotá. Algunas de las mesas para grupos grandes (6-8 personas) son muy incómodas, tienen no más de 50 cm. de altas al igual que los asientos, con lo cual los comensales tienen que hacer grandes esfuerzos para poder comer. En fin. No espere encontrar los más clásicos postres franceses, la selección es limitada, el que comí estaba soso (crème brulée).

Tienen mal servicio, caracterizado por no servir las órdenes completas ó por servir la orden de un comensal y después demorar mucho la de otro (s) sin que haya una justificación. Por esa misma razón estropean la calidad de la comida que puede llegar fría o fuera de tono con respecto a la bebidas. Esta es mi opinión al cabo de tres visitas a este sitio. No volveré.

El Humero en Chia es una restaurante que tiene serias fallas en los dos aspectos claves de un sitio hecho para la gastronomía: la calidad de la comida y el servicio. Las carnes no son de primera calidad y la preparación es deficiente. Del servicio debo decir que es rudo y descortés. En contraste, los precios son muy altos, en algunos casos abusivos. Quizá si la comida fuera muy buena y el servicio excelente podría sentirme bien en un local donde los asientos son bastante incómodos. Está mal el Humero.

Por la calidad de la comida puede competir con los mejores restaurantes de Bogotá. Estuve un domingo con mi familia para almorzar. Entre otras delicias comimos bonito a la sal, pulpo con cuscús, gambas a la plancha, patatas bravas. Bebimos una botella de tempranillo que llenó muy bien las expectativas (mano a mano es el nombre en la botella). El local es austero, sin mayores pretensiones pero con el amoblamiento adecuado. Nos atendió muy bien Andrea. El helado de chocolate con aceite y sal, estupendo. A los lectores de este sitio les digo que no se pueden equivocar visitando este sitio, por el contrario saldrán encantados.