Fue mi esposa la que me llevó a ciegas hasta este rincón donde reside la joya gastronómica de oriente medio: la pita árabe y el Kebab. No hay carta, eso quiere decir que el chef, camarero y showman es el amo absoluto del lugar. Y ese es el ambiente, creado por el único ser que hace de todo en este lugar pequeño, con una docena de mesas y a eso se le llama trato familiar. Tal vez hay exceso de verduras y de salsas, estas delicias en sus países de origen no las sirven con tanta juguetería, pero claro, Medellín es una ciudad sobrada de comida chatarra y la riqueza de sabores que encuentras aquí puede perder su estilo original. la salsa de yogur y la salsa verde combina muy bien con la explosiva carga de verduras, te manchas fácil, pero disfrutas mas. La carne sea de cordero o de res tiene su buena sazón, y el tamaño es enorme, y la calidad de la pita, apropiada. Pocas sorpresas, pero recomiendo el lugar. Para mandíbulas desencajadas y catadores de sabores que no mienten.
