Un buen proyecto pesimamente ejecutado. La comida es carísima en relación con su calidad. El servicio es terrible, los meseros apuran la salida desde que el comensal se sienta. El estacionamiento es imposible. Pésimo sitio.

Es un viaje culinario y visual como ningún otro en Bogotá. Desde la entrada atendidos de gran forma y una vez en la mesa, un conjunto de sensaciones deliciosas, pasando por los deliciosos gin tonic, y lechona un new york steak al propio estilo de la capital del mundo. Muy recomendado para ir en pareja y dar el toque certero a esa persona especial.

Gran ambiente, pésima comida. Si el punto es pasarla bien y comer mal, eso puedo hacerlo mucho más cerrca y evitar el viaje.

Es interesante encontrar restaurantes que aún puedan sorprender por su comida y su concepto. Este es el caso de una agradable sorpresa, un viaje a New Orleans a través de su culinaria y su espectacular música. Recomendados la sopa gumbo y el jambalaya, dos muestras del sur de EEUU a nuestro alcance.

Buenos cortes a la medida del comensal. Quizas por su popularidad, se percibe un ambiente impersonal y frío, sin ofrecer experiencias memorables más allá que la de saciar el deseo por una buena porción de carne.

Una experiencia única degustando los mejores cortes argentinos, empezando un recorrido guiado, con la información suficiente para abordar un delicioso corte. Recomiendo el ojo de cuadril, simplemente se derrite en la boca.

Nada memorable. Ningún sabor para recordar y repetir.

Aunque es buena comida, no es nada fuera de lo común. Muy normal, no sorprende. La fórmula trata de ser original, pero lastimosamente se queda en su zona de confort, sin arriesgar, sin dejar huella.

El mejor restaurante de comida de mar sin lugar a dudas. Mi visita fue todo un deleite al paladar, pasando del pulpo asado al fish in the bag, fue maravilloso.

De acuerdo con quien dijo que la relación costo calidad no era la mejor. Pero puede servir en un plan de fútbol, tango y cerveza.