Dos cosas antes de la reseña: - Los restaurantes de Bogotá se destacan del resto del país por su esmerada atención pues la competencia es muy alta, y sin embargo aquí se dieron el lujo de ofrecer la peor posible. - Siempre doy una segunda oportunidad a los restaurantes si mi primera visita no fue una buena experiencia. En este caso no pasará y verán el porqué en la reseña. Visitamos el restaurante el sábado 26 de octubre alrededor de las 5 de la tarde. Éramos un grupo de 4, al llegar notamos que nadie ubicaba a los clientes en las mesas, entonces buscamos una mesa en uno de los dos lados del restaurante con menos ruido de la música, la parte de café. Estuvimos esperando más o menos 10 minutos sin que nadie nos atendiera, cuando apareció una “hostess” o anfitriona -si se le puede llamar así- y nos hizo la absurda pregunta: “van a consumir?”. A lo que respondimos: “claro”. Nuevamente pregunta: “restaurante o café?”, a lo que dijimos: “donde ofrezcan postres y café, la idea es tardear”. Nos explica que el lado en el que estábamos era para café, y le dijimos que estaba perfecto entonces. Sin embargo se le notaba interés por inducirnos a pasarnos al otro lado, el de restaurante, más ruidoso. Se fue, y asumimos que nos enviaría a alguien. Al cabo de unos 15 minutos, se acercó un mesero que estaba armando mesas por ahí cerca a decirnos; “disculpen, podrían moverse al área del otro lado? Es que este lado está reservado”, le respondimos: “la hostess que está por allá nos dijo que aquí estábamos bien”, entonces se alejó a hablar con ella. Acto seguido llega la hostess a preguntarnos si podíamos pasarnos a otra mesa, muy cerca y en la misma sección del restaurante, el café. Le dijimos que no había problema y nos pasamos a esa mesa. Transcurrieron como 20 minutos más y notamos que los meseros que pasaban a lo lejos no se acercaban, que el que estaba armando las mesas seguía en lo suyo y no nos ayudaba llamando a otro mesero, y que la hostess se había perdido totalmente. Finalmente decidimos levantarnos e irnos. No acostumbro a visitar restaurantes con ambiente rimbombante, pretencioso y lobo o corroncho. Es decir, con una estética orientada a un público con similares características, también conocidos como “nuevos ricos”, porque tienden a ofrecer mala comida pero con presentaciones extravagantes. Sin embargo como estaba haciendo un buen día, y ya que el sitio es abierto y estábamos en el centro comercial, decidimos probar; que mala decisión. Para no volver jamás!

No conozco la(s) franquicias de París, pero si la que está en Londres sobre la cual no he visto otros comentarios. Tenía mis dudas acerca de si iba a ser la misma franquicia y cuando lo visité, me di cuenta de que sí. Pero qué decepción!. Le falta MUCHO, empezando por la relación precio-calidad. Se supone que para basarse en el concepto de un solo plato en dos servidas, al igual que en Londres, dicho plato debe ser maravilloso, pero lo que nos sirvieron era bastante estándar. Empezaré por lo malo y destacaré lo bueno al final. La ensalada te la dan antes del plato principal a modo de entrada, extraño, no lo recuerdo así, pues me parece que es un buen acompañamiento al igual que las papas, pero bueno, uno puede esperarse y no comérsela hasta que llegue la carne. Debo advertirles que la ensalada consta sólo de hojas de lechuga, de una sola clase, algunas nueces encima y una salsa, muy rica, a base de mostaza. Pero bastante pobre en general. La carne muy floja de sabor y lo peor, casi fría. La idea de dos servidas es que SIEMPRE esté caliente la comida. En nuestro caso ambas servidas estuvieron frías. No hay excusa para ello. Para colmo, la porción de mi esposa estaba dura. Entiendo que no puede ser igual de jugosa a mi porción, la cual pedí tres cuartos mientras ella la pidió bien hecha o cuatro cuartos. Sin embargo nos hemos comido carnes de calidad y suavidad muy superior en muchos restaurantes de Bogotá cocidas al mismo término. No hay excusa. Pedimos dos copas de vino para cada uno, tinto y blanco, de la casa, pues ya que no hay menú, pensamos que tal vez nos podrían cobrar mucho por el vino y nuestro conocimiento en restaurantes en general, es que el vino de la casa es menos costoso que los demás. Grave error, nuestro por no preguntar. Cada copa de vino nos costó $24.000 pesos! Para colmo, las copas del lugar son pequeñas, de vidrio grueso y muy ordinarias, como de restaurante barato, si visita este lugar sabrá de que le hablo. Por último, el lugar, la ambientación y la atención. Creo que sigue el concepto de no ser un restaurante elegante ni ostentoso, al igual que el de Londres éste es bastante sencillo, pero se queda corto en la ambientación francesa, fácilmente podría pasar por uno suizo tal vez. La música está bien, bastante exclusiva y francesa. La atención de las meseras, estándar, nada del otro mundo, se les abona que te preguntan de entrada si conoces el concepto del restaurante. Qué salva a éste lugar? Las papas fritas y la salsa secreta de la carne. Creo que saben igual que cuando visité el local londinense. Y contrariamente al comentario de otro comensal que leí, el pan de la entrada estaba bastante fresco, la mantequilla es Alpina de las típicas porciones empacadas individuales que ofrecen en un hotel o en un avión. Dura, eso sí, recién sacada de la nevera. No pedimos postre porque ya estábamos bastante decepcionados. Nuestra cuenta dio un total de $140.000 pesos aproximadamente. De la cual casi $50.000 fueron por dos pequeñas copas de un vino ordinario. Estoy casi seguro de que con el mismo dinero hubiésemos podido ir a otro restaurante de más categoría. Con bebidas, pero sin entrada ni postre obviamente. No volveremos.

Un lugar ideal para desayunar o tomarse una bebida caliente o fría acompañada de la extraña pero exquisita selección de panadería. No sé si exista en Bogotá otro lugar en donde se pueda disfrutar de un "bubble tea" o Pearl milk tea como se le conoce fuera de Taiwan en cafés asiáticos en países como el Reino Unido donde tuve la oportunidad de probarlo y que consiste en una bebida fría a base de distintos tipos de te con agua o leche y pequeñas bolitas de tapioca o gelatina frutal. En cuanto a la panadería me han contado que lo mejor es el pan de tocineta, yo probé otros cuyos nombres no recuerdo ahora pero si recuerdo que todos fueron deliciosos. El lugar es acogedor y la atención es buena sin ser excelente, se pide de la vitrina, se paga en la caja y te llevan el pedido a la mesa. Muy recomendado.